«…¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?»
Y ella responde: «Yo soy aquella.»
AA
Mi recuerdo a la gran poeta rusa en el aniversario de su nacimiento.
«Hay en la intimidad un límite sagrado…»
Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?
Anna Ajmátova
Traducción de María Teresa León
Anna Andréyevna Ajmátova, de soltera Górenko, nació en Bolshói Fontán, cerca de Odesa, el 23 de junio de 1889.
Estudió derecho, latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo. Allí se casó en 1910 con Nikolái Gumiliov, poeta famoso, promotor del acmeísmo, corriente poética que se sumaba al renacimiento intelectual de Rusia a principios del siglo xx. Los acmeístas rompían con el simbolismo, de carácter metafórico, y restablecían el valor semántico de las palabras. Su matrimonio duró desde 1910 hasta 1918.
Publicó en 1912 su primer libro de poemas titulado La tarde. En ese mismo año nació su único hijo Lev, que se convertiría en un famoso historiador
Sus primeros escritos parecen intuir la gran soledad en la que se verá sumergida años más tarde, después de las trágicas consecuencias de la revolución rusa de 1917. Tras ésta, se vio afectada, ya que en 1921 su primer marido Nikolái Gumiliov fue acusado de conspiración y fusilado. Más tarde, su hijo fue también arrestado y deportado a Siberia. Y su último marido, Punin, murió de agotamiento en un campo de concentración en 1938. Los poemas de Anna se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. Por temor a que fusilaran a su hijo quemó todos sus papeles personales. En 1944 pudo regresar con su hijo a Leningrado, ciudad devastada tras el asedio alemán.
Allí comenzó a ganarse la vida traduciendo a Leopardi y publicando ensayos, entre los que destacan los brillantes ensayos de Aleksandr Pushkin, en periódicos escolares. Todos sus amigos emigraron o fueron represaliados.
En 1945 el joven intelectual británico Isaiah Berlin quiso visitarla antes de regresar a Londres. Ese encuentro se prolongó durante veinte horas, durante las que Anna le leyó sus poemas y se sinceró con él. Pero esto tuvo trágicas consecuencias ya que su hijo volvió a ser encarcelado durante diez años. Esta vez la escritora se negó a silenciar su voz y siguió adelante con su poemario más importante, Réquiem, en el que explica que en aquella Unión Soviética los únicos que estaban en paz eran los difuntos y que los vivos pasaban su vida yendo de un campo de concentración a otro. El libro fue publicado sin su consentimiento y conocimiento en 1963 en Múnich.
El 14 de agosto de 1946, el Orgburó del Comité Central del PCUS aprobó una resolución donde se criticaba la labor de las revistas literarias Zvezdá y Leningrado, en las que entre otros, publicaban sus obras el escritor Mijaíl Zóschenko y ella misma. Acto seguido, el ideólogo del PCUS Andréi Zhdánov pronunciaba un discurso, titulado Informe sobre las revistas , con una feroz crítica de la obra de Zóschenko y Ajmátova. La poeta fue calificada por Zhdánov como una representante del pantano literario reaccionario apolítico.
El 4 de septiembre de ese mismo año, Ajmátova y Zóschenko fueron expulsados de la Unión de Escritores Soviéticos lo que conllevaba la prohibición de la publicación de sus obras y la denegación de las cartillas de racionamiento en un Leningrado devastado por la recién acabada guerra.
En 1962 estuvo nominada para el Premio Nobel de Literatura.
En 1964, en honor a su 75 cumpleaños, se realizaron nuevos estudios y se publicaron nuevas recopilaciones de sus versos. Ese mismo año viajó a Taormina (Italia), donde recibió el Premio Internacional de Poesía y en 1965 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Oxford. Viajó a Gran Bretaña con escala en París y se publicó en Moscú El correr del tiempo (1909-1965), un balance incompleto (y censurado) de su obra.
Su obra ha sido traducida en numerosos idiomas, aunque sus obras completas sólo se han publicado en ruso en 1990. Al castellano, entre otros muchos, fue traducida por Rafael Alberti y su mujer María Teresa León.
Murió en Domodédovo, cerca de Moscú, el 5 de marzo de 1966.
El poeta Joseph Brodsky dijo de ella:
Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la han dibujado, pintado, esculpido y fotografiado un sin número de artistas, entre ellos Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera.
También de Anna Ajmátova en este blog:
«Anna Ajmatova: El poeta»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: Cuando la luna es de melón…»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: La mujer de Lot»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: La sentencia»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: La calumnia»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: Sótano del recuerdo»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: Cayó la palabra petrificada»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: Último brindis»: AQUÍ
«Anna Ajmatova: Cuando escuches el trueno me recordarás…»
«Anna Ajmátova: La musa»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: Dedicatoria»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: La canción de la última cita»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: A la ciudad de Pushkin»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: Mi vida ha transcurrido en algún sitio…»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: Para muchos»: AQUÍ
«Anna Ajmátova: Hay en la intimidad un límite sagrado…»: AQUÍ
Algunas de sus obras traducidas al castellano:
Anna Ajmátova – Poemas Escogidos. – 1999
Anna Ajmatova. Requiem y Otros Escritos. – 2001
Anna Ajmátova – Otros Poemas Junto Al Mar. – 2004
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