«… Se han ido
los pájaros; volaron, pero no tenían alas…»
EDC
Mi recuerdo al escritor pacense en el aniversario de su muerte.
«El desterrado»
Todo lo llevas contigo,
tú, que nada tienes.
Lo que no te han de quitar
los reveses
porque es tuyo y sólo tuyo,
porque es íntimo y perenne,
y es raíz, es tallo, es hoja,
flor y fruto, aroma y jugo,
todo a la vez, para siempre.
No es recuerdo que subsiste
ni anhelo que permanece;
no es imagen que perdura,
ni ficción, ni sombra. En este
sentir tuyo y sólo tuyo,
nada se pierde:
lo pasado y lo abolido,
se halla, vivo y presente,
se hace materia en tu cuerpo,
carne en tu carne se vuelve,
carne de la carne tuya,
ser del ser que eres,
uno y todos entre tantos
que fueron, y son, y vienen,
hecho de patria y de ausencia,
tiempo eterno y hora breve,
de nativa desnudez
y adquiridos bienes.
De aquellos imperturbables
amaneceres
en que la luz de tu estancia
se adueñaba tenue
pintando vidrios y cuadros,
libros y muebles;
de aquellos días de afanes
o placeres,
de vacilación o estudio,
de tenso querer, de inerte
voluntad; de cuantos hilos
tu vida tejen,
no hay una urdimbre quebrada
ni un matiz más débil. ..
Nadie podrá desterrarte
de estos continentes
que son carne y tierra tuya:
don sin trueque,
conquista sin despojo,
prenda de vida sin muerte.
Nadie podrá desterrarte;
tierra fuiste, tierra fértil,
y serás tierra, y más tierra
cuando te entierren.
No desterrado, enterrado
serás tierra, polvo y germen.
Enrique Díez-Canedo
Enrique Díez Canedo nació en Badajoz, el 7 de enero, de 1879.
Poeta postmodernista, traductor y crítico literario, además de diplomático, fue embajador de España en Uruguay y en Argentina.
Simpatizante del institucionismo krausista, fue así mismo un asiduo del Ateneo, donde organizó numerosos actos, entre ellos: homenajes a Rubén Darío, Benito Pérez Galdós, y Mariano de Cavia; y presentaciones, como la de José María Gabriel y Galán.
Frecuentó la tertulia del Café Regina, donde entabló amistad con Manuel Azaña, e inició su trayectoria poética publicando sus primeras poesías en el libro «Versos de las horas», de 1906.
Residió en París entre los años 1909 y 1911 como secretario del embajador de Ecuador.
En 1921 colaboró con Juan Ramón Jiménez en la realización de la revista «Índice».
Publicó los primeros poemas de León Felipe en la revista «España», y ayudó a Juan Ramón Jiménez para que los suyos se publicaran en «El Sol».
En 1935 fue elegido miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, en la que ingresó con un discurso sobre la «Unidad y diversidad de las Letras Hispánicas», que fue contestado por Tomás Navarro.
En plena Guerra Civil, colaboró en Hora de España y participó en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura; así mismo, dirigió la revista Madrid.
Tradujo entre otros a Paul Verlaine, Francis Jammes, Michel de Montaigne, John Webster, H. G. Wells, Heinrich Heine, Eugenio d’Ors y Walt Whitman.
En 1938 se instaló con su familia en México, donde colaboró con La Casa de España, la UNAM y otras instancias de la intelectualidad del país.
Murió en Ciudad de México, el 7 de junio de 1944.
También de Enrique Díez-Canedo en este blog:
«Enrique Díez-Canedo: Oración en el jardín»: AQUÍ
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[…] En 1938 le fue concedido el Premio Nacional de Poesía por un jurado formado por Antonio Machado, Enrique Díez Canedo y Tomás Navarro, por “sus Poesías de la guerra española”. Tras la derrota del bando […]
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