«… entre tejados míseros,
desnudos montones de hojalata, chatarra,
donde cantando vicioso un aprendiz cierra
ya el día, mientras alrededor escampa.»
PPP
Mi recuerdo a mi amado Pier Paolo Pasolini que fue asesinado en Ostia un día como hoy, hace 48 años.
«Las cenizas de Gramsci»
Canto VI
Me voy de aquí, te dejo en el atardecer
que aunque triste, desciende tan dulce
para nosotros, vivos, con la luz cérea
que cuaja por el barrio en penumbra.
Y lo agita. Lo hace más grande, vacío
alrededor y, más lejos, vuelve a encenderlo
de una alocada vida que del ronco
rodar de los tranvías, de los gritos humanos,
dialectales, hace un concierto desvaído
y absoluto. Y sientes, cómo en aquellos lejanos
seres que en vida gritan, ríen,
en sus vehículos, en esos caserones
míseros donde se consume el expansivo
e infiel don de la existencia ─
esa vida no es sino un escalofrío;
corpórea, presencia colectiva;
sientes la falta de toda religión
verdadera; no vida sino supervivencia.
─ Acaso más alegre que la vida ─
igual que un pueblo de animales,
en cuyo arcano orgasmo no haya otra pasión
que la del trabajo cotidiano: fervor
humilde al que da un sentido de fiesta
la humilde corrupción. Cuanto más vano
─ en este vacío de la historia,
en esta pausa zumbante donde la vida calla ─
es cualquier ideal, mejor se manifiesta
la estupenda, adusta sensualidad
alejandrina casi, que todo minia
e impuramente enciende, cuando aquí
en el mundo algo se derrumba, y arrastra
consigo el mundo en la penumbra, regresando
a plazas vacías, a talleres desgraciados…
Ya se encienden las luces constelando
Vía Zabaglia, Vía Franklin, el Testaccio
entero, sin adornos entre su grande
y sucio, monte, los lungoteveri,
el fondo negro más allá del río que Monteverde
difumina o amontona invisible sobre el cielo.
Diademas de luces que se pierden
relucientes y fríos de tristeza
casi marina… Queda poco para la cena;
brillan los autobuses escasos del barrio
con racimos de obreros en las puertas,
y sin prisa van grupos de militares
hacia el monte que oculta, en medio de empapados
socavones y secos montones de basura
en la sombra, agazapadas ramerillas
que esperan irascentes sobre la afrodisíaca
sentina: y no muy lejos, entre ilegales
casillas por los márgenes del monte, o en medio
de edificios, casi mundos, unos muchachos
ligeros como trapos juegan en la brisa
ya no fría, primaveral; ardientes
de aturdimiento juvenil su romanesco
atardecer de mayo silban, adolescentes oscuros
por las aceras, en la fiesta
vespertina; y los cierres metálicos de las cocheras
crujen de golpe, alegremente,
si la oscuridad ha vuelto sereno el atardecer
y entre plátanos de Piazza Testaccio
el viento que en temblores de tormenta cae
es muy dulce, aunque rasurando las toscas
y las tobas del Matadero, ahí se impregne
de sangre pútrida, y por todas partes
agite desperdicios y olor a miseria.
Es un rumorla v ida, y éstos perdidos en ella,
serenamente la pierden
si el corazón les llena: aquí
gozan míseros el atardecer: y en ellos
inermes, poderoso para ellos, el mito
renace… Pero yo, con el corazón consciente
de quien sólo en la historia tiene vida,
¿podré alguna vez más esforzarme con pura
pasión, si sé que nuestra historia se ha acabado?
1954
Pier Paolo Pasolini
De: Las cenizas de Gramsci, 1957
Traducción de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril
Ed. Visor – Colección Poesía 2009©
ISBN: 978-84-9895-732-7
Poema original en italiano
«Le ceneri di Gramsci»
VI
Me ne vado, ti lascio nella sera
che, benché triste, così dolce scende
per noi viventi, con la luce cerea
che al quartiere in penombra si
rapprende.
E lo sommuove. Lo fa più grande, vuoto,
intorno, e, più lontano, lo riaccende
di una vita smaniosa che del roco
rotolio dei tram, dei gridi umani,
dialettali, fa un concerto fioco
e assoluto. E senti come in quei lontani
esseri che, in vita, gridano, ridono,
in quei loro veicoli, in quei grami
caseggiati dove si consuma l’infido
ed espansivo dono dell’esistenza –
quella vita non è che un brivido;
corporea, collettiva presenza;
senti il mancare di ogni religione
vera; non vita, ma sopravvivenza
– forse più lieta della vita – come
d’un popolo di animali, nel cui arcano
orgasmo non ci sia altra passione
che per l’operare quotidiano:
umile fervore cui dà un senso di festa
l’umile corruzione. Quanto più è vano
– in questo vuoto della storia, in questa
ronzante pausa in cui la vita tace –
ogni ideale, meglio è manifesta
la stupenda, adusta sensualità
quasi alessandrina, che tutto minia
e impuramente accende, quando qua
nel mondo, qualcosa crolla, e si trascina
il mondo, nella penombra, rientrando
in vuote piazze, in scorate officine…
Già si accendono i lumi, costellando
Via Zabaglia, Via Franklin, l’intero
Testaccio, disadorno tra il suo grande
lurido monte, i lungoteveri, il nero
fondale, oltre il fiume, che Monteverde
ammassa o sfuma invisibile sul cielo.
Diademi di lumi che si perdono,
smaglianti, e freddi di tristezza
quasi marina… Manca poco alla cena;
brillano i rari autobus del quartiere,
con grappoli d’operai agli sportelli,
e gruppi di militari vanno, senza fretta,
verso il monte che cela in mezzo a sterri
fradici e mucchi secchi d’immondizia
nell’ombra, rintanate zoccolette
che aspettano irose sopra la sporcizia
afrodisiaca: e, non lontano, tra casette
abusive ai margini del monte, o in mezzo
a palazzi, quasi a mondi, dei ragazzi
leggeri come stracci giocano alla brezza
non più fredda, primaverile; ardenti
di sventatezza giovanile la romanesca
loro sera di maggio scuri adolescenti
fischiano pei marciapiedi, nella festa
vespertina; e scrosciano le
saracinesche
dei garages di schianto, gioiosamente,
se il buio ha resa serena la sera,
e in mezzo ai platani di Piazza Testaccio
il vento che cade in tremiti di bufera,
è ben dolce, benché radendo i capellacci
e i tufi del Macello, vi si imbeva
di sangue marcio, e per ogni dove
agiti rifiuti e odore di miseria.
È un brusio la vita, e questi persi
in essa, la perdono serenamente,
se il cuore ne hanno pieno: a godersi
eccoli, miseri, la sera: e potente
in essi, inermi, per essi, il mito
rinasce… Ma io, con il cuore cosciente
di chi soltanto nella storia ha vita,
potrò mai più con pura passione operare,
se so che la nostra storia è finita?
Pier Paolo Pasolini
De: Le ceneri di Gramsci, 1954
Pier Paolo Pasolini nació en Bolonia, el 5 de marzo de 1922.
Escritor, poeta y director de cine, es uno de los escritores más reconocidos de su generación, al igual que uno de los cineastas más venerados de su país.
Comenzó a escribir poesía cuando contaba sólo siete años de edad y con 19 publicó por primera vez cuando era estudiante universitario en Bolonia.
Fue reclutado durante la Segunda Guerra Mundial, en el transcurso de la misma fue capturado por los alemanes, pero logró escapar.
Al finalizar la guerra se unió al Partido Comunista Italiano en Ferrara, pero fue expulsado dos años después, según el PCI en el periódico L’Unità publicó: «Con fecha del 26 de octubre la federación del PCI de Pordenone ha resuelto expulsar del partido por indignidad moral a D. Pier Paolo Pasolini, de Casarsa. Los hechos que han determinado tan graves medidas disciplinarias contra el poeta Pasolini2 , nos dan la ocasión de denunciar una vez más las deletéreas influencias de determinadas corrientes ideológicas y filosóficas, como las de los Gide, Sartre y demás celebrados poetas y literatos que se las dan de progresistas cuando, en realidad, adoptan los aspectos más deletéreos de la generación burguesa».
Murió asesinado en Ostia, cerca de Roma, el 2 de noviembre de 1975, sin que a día de hoy se hayan esclarecido las causas, ni los responsables identificados.
También de Pier Paolo Pasolini en este blog:
«Pier Paolo Pasolini: Un trapo rojo como aquel…»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Cercana a los ojos»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Al príncipe»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Dies Irae»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Súplica a mi madre»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Temor de mí»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Carne y cielo»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Las cenizas de Gramsci – Canto II»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: No es de mayo este aire impuro»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Ladrones»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Los pobres de Malafiesta»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: El llanto de la excavadora»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Las hermosas banderas»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Análisis tardío»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Poesía mundana»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Las cenizas de Gramsci – Canto VI»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Versos sutiles como rayas de lluvia»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Muerte, de La religión de mi tiempo»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Manifestar»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Fragmento de la Muerte, de La Religión de mi tiempo»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: El motivo de Charlot»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Danza de Narciso»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Abro a la mañana de un blanco lunes…»: AQUÍ
«Pier Paolo Pasolini: Al muchacho Codignola»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Poesie a Casarsa – 1942
Poesie – 1945
Diarii – 1945
I pianti – 1946
Dov’è la mia patria, con 13 disegni di G. Zigaina – 1949
Tal còur di un frut, Edizioni di Lingua Friulana – 1953 (reeditada en 1974)
Dal diario (1945-47) – 1954
La meglio gioventù – 1954
Il canto popolare – 1954
Le ceneri di Gramsci – 1957
L’Usignolo della Chiesa Cattolica – 1958
Roma 1950 – 1960
Sonetto primaverile (1953) – 1960
La religione del mio tempo – 1961
Poesia in forma di rosa (1961-1964) – 1964
Poesie dimenticate, al cuidado de Luigi Ciceri – 1965
Trasumanar e organizzar – 1971
La nuova gioventù. Poesie friulane 1941-1974 – 1975
Le poesie: Le ceneri di Gramsci, La religione del mio tempo, Poesia in forma di rosa – 1975
Bestemmia. Tutte le poesie, 2 vols. – 1993
Poesie scelte – 1997
Tutte le poesie, 2 vols. – 2003
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