«…Hoy soplan en tus versos todos los aires…»
EDC
Mi recuerdo al escritor pacense en el aniversario de su muerte.
«Oración en el jardín»
Yo me quiero morir como se muere
todos los años el jardín, y luego
renacer de igual modo que renace
todos los años el jardín. Se han ido
los pájaros; volaron, pero no tenían alas.
No me quiero morir como las hojas,
ni quiero ser el árbol de perenne
verdor adusto, ni el arbusto dócil
cortado en seto, sino el árbol libre,
desnudo atleta que en el suelo ahínca
las fuertes plantas y en el aire tuerce
los recios brazos; no el verdor eterno
sino la fronda renovada, el fruto
cuando el año lo envíe. Aquí me tienes,
Señor, desnudo como el árbol. Dame
tu bautismo de lluvias y tu crisma
de sol, y dame vestiduras nuevas,
inmaculadas. El jardín de invierno
callado está: mi corazón callado.
Habla tú; luego, vísteme de hojas.
Algo de tus palabras, al moverse,
repetirán, como inspiradas lenguas.
Enrique Díez-Canedo
Enrique Díez Canedo nació en Badajoz, el 7 de enero, de 1879.
Poeta postmodernista, traductor y crítico literario, además de diplomático, fue embajador de España en Uruguay y en Argentina.
Simpatizante del institucionismo krausista, fue así mismo un asiduo del Ateneo, donde organizó numerosos actos, entre ellos: homenajes a Rubén Darío, Benito Pérez Galdós, y Mariano de Cavia; y presentaciones, como la de José María Gabriel y Galán.
Frecuentó la tertulia del Café Regina, donde entabló amistad con Manuel Azaña, e inició su trayectoria poética publicando sus primeras poesías en el libro «Versos de las horas», de 1906.
Residió en París entre los años 1909 y 1911 como secretario del embajador de Ecuador.
En 1921 colaboró con Juan Ramón Jiménez en la realización de la revista «Índice».
Publicó los primeros poemas de León Felipe en la revista «España», y ayudó a Juan Ramón Jiménez para que los suyos se publicaran en «El Sol».
En 1935 fue elegido miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, en la que ingresó con un discurso sobre la «Unidad y diversidad de las Letras Hispánicas», que fue contestado por Tomás Navarro.
En plena Guerra Civil, colaboró en Hora de España y participó en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura; así mismo, dirigió la revista Madrid.
Tradujo entre otros a Paul Verlaine, Francis Jammes, Michel de Montaigne, John Webster, H. G. Wells, Heinrich Heine, Eugenio d’Ors y Walt Whitman.
En 1938 se instaló con su familia en México, donde colaboró con La Casa de España, la UNAM y otras instancias de la intelectualidad del país.
Murió en Ciudad de México, el 7 de junio de 1944.
También de Enrique Díez-Canedo en este blog:
«Enrique Díez-Canedo: El desterrado»: AQUÍ
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