[…] me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba…»
JS
Mi recuerdo al poeta mexicano en el aniversario de su muerte.
«Otra carta»
Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco.
Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste
—untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme—
apareces distante, intocable, junto a mí.
Me miras como a un niño y se me olvida todo
y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente.
He pensado en la duración de Dios,
en la manteca y el azufre de la locura,
en todo lo que he podido mirar en mis breves días.
Tú eres como la leche del mundo.
Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo.
¿Qué puedo darte sino el cielo?
Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres
—medalla, ojos de Dios, globo de plata,
moneda de miel, mujer, gota de aire—
pero la luna está en el cielo y sólo es luna,
inagotable, milagrosa como tú.
Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla,
te aproximas a mí y me construyes
en la balanza de tus ojos,
en la fórmula mágica de tus manos.
Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota
─alargado como una gota- y yo lo creo
porque me siento como una gruta
en que perpetuamente cae, se regenera y cae
perpetuamente.
Bendita entre todas las mujeres
tú, que no estorbas,
tú que estás a la mano como el bastón del ciego,
como el carro del paralítico.
Virgen aún para el que te posee,
desconocida siempre para el que te sabe,
¿qué puedo darte sino el infierno?
Desde el oleaje de tu pecho
En que naufraga lentamente mi rostro,
te miro a ti, hacia abajo, hasta la punta de tus pies
en que principia el mundo.
Piel de mujer te has puesto,
Suavidad de mujer y húmedos órganos
en que penetro dulcemente, estatua derretida,
manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy
y el caos que soy te preserva.
Mi muerte flota sobre ambos
y tú me extraes de ella como el agua de un pozo,
agua para la sed de Dios que soy entonces,
agua para el incendio de Dios que alimento.
Cuando la hora vacía sobreviene
sabes pasar tus dedos como un ungüento,
posarlos en los ojos emplumados,
reír con la yema de tus dedos.
¿Qué puedo darte yo sino la tierra?
Sembrado en el estiércol de los días
miro crecer mi amor, como los árboles
a que nadie ha trepado y cuya sombra
seca la hierba, y da fiebre al hombre.
Imperfecta, mortal, hija de hombres,
verdadera,
te usurpo, ya lo sé diariamente,
y tu piedad me usa a todas horas
y me quieres a mí, y yo soy entonces,
como un hijo nuestro largamente deseado.
Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.
En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo,
donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños,
te deseo, te sueño.
¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!
(Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.)
Jaime Sabines
De: La señal, 1951
Jaime Sabines Gutiérrez nació en Chiapas, México, el 25 de marzo de 1926.
Poeta y político, está considerado como uno de los grandes poetas del siglo XX en su país.
Octavio Paz dijo considerar a Jaime Sabines como uno de los mejores poetas contemporáneos en castellano, añadiendo: «Su humor es un chaparrón de bofetadas, su risa culmina en un aullido, su cólera es acelerada y su ternura colérica. Pasa del jardín de la infancia a la sala de operaciones. Para Sabines, todos los días son el primero y el último día del mundo».
Fue diputado federal en la Legislatura de 1976 a 1979, por el Partido Revolucionario Institucional, y diputado por el mismo partido en el Congreso de la Unión en 1988 por el Distrito Federal. En los noventa, manifestó su repulsa por la sublevación zapatista y el círculo intelectual de la época lo reprobó hasta poco antes de su muerte.
Recibió entre otros galardones:
Premio Chiapas, El Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas – 1959
Beca del Centro Mexicano de Escritores – 1964
Premio Xavier Villaurrutia por Maltiempo – 1973
Premio Elías Sourasky en Letras – 1982
Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura – 1983
Premio Juchimán de Plata – 1986
Presea de la Ciudad de México – 1991
Medalla Belisario Domínguez – 1994
Premio Mazatlán de Literatura con Pieces of shadow – 1996
Murió en Ciudad de México, el 19 de marzo de 1999.
También de Jaime Sabines en este blog:
«Jaime Sabines: Otra carta»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Me tienes en tus manos…»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Vamos a guardar este día»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Lento, amargo animal»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Después de todo»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Esa es su ventana»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Uno es el hombre»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Espero curarme de ti»: AQUÍ
«Jaime Sabines: En qué callejón»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Carta a Jorge: AQUÍ
«Jaime Sabines: La luna»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Los días inútiles»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Entonces se enviaban suspiros en las rosas…»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Me doy cuenta de que me faltas»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Codiciada, prohibida….»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Yo no lo sé de cierto, pero supongo…»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Te quiero porque tienes…»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Casida de la tentadora»: AQUÍ
«Jaime Sabines: Me dueles»: AQUÍ
«Jaime Sabines: El llanto fracasado»: AQUÍ
«Jaime Sabines – El día»: AQUÍ
«Día Mundial de la Poesía: Mis Poetas – Boca de llanto»: AQUÍ
«Jaime Sabines: No es que muera de amor, muero de ti…»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Horal – 1950
La señal – 1951
Adán y Eva – 1952
Tarumba – 1956
Diario semanario y poemas en prosa – 1961
Poemas sueltos – 1951-1961
Yuria – 1967
Tlatelolco – 1968
Maltiempo – 1972
Algo sobre la muerte del mayor Sabines – 1973
Otros poemas sueltos – 1973-1994
Nuevo recuento de poemas – 1977
Los amorosos: cartas a Chepita – 200
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