Edvard Munch: Maestro del expresionismo

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Edvard Munch

Nació en en Löten, Noruega, el 12 de diciembre de 1863.
Representa, junto a Vincent van Gogh, un precedente fundamental para del expresionismo germánico y una de las máximas figuras del arte en Europa en el puente del siglo XIX y XX, su pintura es el símbolo del sentimiento del fin de siglo.

Con una infancia difícil,  su familia fue azotada por la tuberculosis, recibió una educación severa, férrea en principios morales, todo ellos en un ambiente opresivo marcado por un padre colérico y depresivo.

Comenzó la carrera de ingeniería en Oslo (entonces Christiania), que abandonó en 1881, para matricularse en la Tegneskole e iniciar su estudios de arte.

Hacia 1884 conoció al escritor anarquista Hans Jaeger, que postulaba la idea de una ruptura de los principios de vida y moralidad burgueses.

Es de esta época su cuadro «La Niña enferma», expuesta en 1886 y que fue acreedora de muy duras críticas.

En 1889, gracias a una beca, viajó a Francia para conocer las nuevas tendencias que se estaban desarrollando en París, ciudad en la que residió durante tres años.

Se sintió especialmente atraído por el postimpresionismo y el sintetismo.

Su obra fue evolucionando de forma paulatina hacia un simbolismo muy personal, siempre marcado por su concepción de la vida, y con una temática centrada sobre todo en la muerte, el sexo, las mujeres y sus frecuentes crisis mentales.

Manifestaba que: «El amor y el odio, el deseo, la angustia, las pasiones y las emociones, son elevados a arquetipos de la vida anímica del hombre moderno o, incluso, de la propia condición humana».

Y decía de sí mismo: «Del mismo modo que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionado cuerpos, yo intento diseccionar almas.»

Sin duda el mejor ejemplo de la angustia que transmite su obra, y que es también la más famosa, es «El grito».

«Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio ─sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad─ mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza…»

En 1892 realizó una exposición en el «Verein Berliner Künstler» de Berlín, pero ésta tuvo que clausurarse una semana después de su apertura, por el monumental escándalo que provocó, y que hizo que la fama de Munch se disparase en Alemania.

Tanto así, que como protesta se creó la Asociación de Artistas Freie Vereinigung Berliner Künstler, que sería el germen de la Secession Berlinesa.

Se estableció en Alemania, donde expuso sus cuadros en numerosas ocasiones.

Sus amistades en Berlín las hizo en la taberna Zum Schwarzen Ferkel, en las que se reunía el grupo de intelectuales bohemios entre los que se encontraban Stanislas Przybyszewski y August Strindberg.

Sufrió a lo largo de su vida frecuentes crisis nerviosas que se agravaban con su problema de alcoholismo, precisando ser internado en 1908 en el sanatorio de Copenhague del Dr. Jacobsen. Tras su recuperación se instaló en Noruega.

Desde 1916 hasta su muerte, su vida transcurrió retirada prácticamente del resto del mundo, se convirtió en un solitario que apenas salía de su casa de Ekely.

A su muerte, la ciudad de Oslo heredó la mayor parte de sus obras, que desde 1963, coincidiendo con el centenario de su nacimiento se exponen en el Munch Museet.

Es sin duda el mejor pintor noruego de todos los tiempos, murió sólo como había vivido desde su vuelta a Noruega, en Ekely, el 23 de enero de 1944.

Además de «El grito», sus mejores obras son «De Mañana»  de 1884 y «La niña enferma».

Fue además un notable pintor de retratos.

En España podemos ver varias de sus obras en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid: «Paisaje costero», de 1881; «Atardecer» de 1888; «Encuentro en el espacio», de 1899 y «Gansos en un huerto» de 1911.

 *Esta entrada fue publicada en este blog el 29 mayo de 2011. Ha sido actualizada y ampliada, el 23 de enero de 2024.