«Con fuego de ojos un nostálgico lobo
Recorre la calma desnuda…»
GU
«La Piedad»
1
Soy un hombre herido.
Y me quisiera ir
Y finalmente llegar,
Piedad, donde se escucha
El hombre que está solo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado entre los hombres.
Pero por ellos sufro.
¿No seré digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿Hice pedazos corazón y mente
Para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Ah hojas secas,
Alma llevada aquí y allá…
No, odio el viento y su voz
De bestia inmemorable.
Dios. ¡aquellos que te imploran
No te conocen ya más que de nombre?
Me has expulsado de la vida.
¿Me has expulsado de la muerte?
Quizás el hombre también es indigno de esperar.
¿Esta seca también la fuente del remordimiento?
Que importa el pecado,
Si ya no conduce a la pureza.
La carne recuerda apenas
Que ha sido fuerte alguna vez.
Dios, mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera ríes de nosotros?
Y compadécenos entonces, crueldad.
No puedo ya más estar amurallado
En el deseo sin amor.
Muéstranos un vestigio de justicia.
¿Cual es tu ley?
Fulmina mis pobres emociones.
Libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
2
Melancólica carne
Donde brotó la alegría alguna vez,
Ojos entreabiertos en el cansado despertar.
¿Tu ves, alma demasiado madura,
El que seré, caído en tierra?
Está en los vivos el camino de los muertos.
Somos nosotros el torrente de sombras,
Son ellas el grano que nos estalla en sueño,
Suya es la lejanía que nos queda,
Y suya es la sombra que da peso a los nombres.
¿La esperanza de un montón de sombra
y no otra cosa es nuestra suerte?
¿Y tú Dios, sólo serás un sueño?
Al menos a un sueño, temerarios,
Queremos que te parezcas.
Es fruto de la demencia más clara.
No tiembla en nubes de ramas
Como pájaros de mañana
Al filo de los párpados.
En nosotros está y languidece, llega misteriosa.
3
La luz nos hiere
Es un filo cada vez más sutil.
¿No deslumbras tú, si no matas?
Dame esta alegría suprema.
4
El hombre, monótono universo,
Cree extender sus bienes
Y de sus manos febriles
No salen más que límites sin fin.
Unido sobre el vacío
A su hilo de araña,
No teme y no seduce
Sino el propio grito.
Repara lo gastado alzando tumbas,
Y para pensarte, Eterno,
No tiene más que las blasfemias.
Giuseppe Ungaretti
De: «Sentimiento del Tiempo» – 1933
Traducción de Rodolfo Alonso
Recogido en la antología «Cien poemas escogidos»
Ed. Argonauta 2009©
ISBN: 978-950-9282-56-8
Giuseppe Ungaretti nació en 1888 en Alejandría, Egipto.
Murió en Milán, Italia, el 2 de junio de 1970.
Poema original en italiano:
«La Pietá»
1
Sono un uomo ferito.
E me ne vorrei andare
E finalmente giungere,
Pietà, dove si ascolta
L’uomo che è solo con sé.
Non ho che superbia e bontà.
E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.
Ma per essi sto in pena.
Non sarei degno di tornare in me?
Ho popolato di nomi il silenzio.
Ho fatto a pezzi cuore e mente
Per cadere in servitù di parole?
Regno sopra fantasmi.
O foglie secche,
Anima portata qua e là…
No, odio il vento e la sua voce
Di bestia immemorabile.
Dio, coloro che t’implorano
Non ti conoscono più che di nome?
M’hai discacciato dalla vita.
Mi discaccerai dalla morte?
Forse l’uomo è anche indegno di sperare.
Anche la fonte del rimorso è secca?
Il peccato che importa,
Se alla purezza non conduce più.
La carne si ricorda appena
Che una volta fu forte.
È folle e usata, l’anima.
Dio, guarda la nostra debolezza.
Vorremmo una certezza.
Di noi nemmeno più ridi?
E compiangici dunque, crudeltà.
Non ne posso più di stare murato
Nel desiderio senza amore.
Una traccia mostraci di giustizia.
La tua legge qual è?
Fulmina le mie povere emozioni,
Liberami dall’inquietudine.
Sono stanco di urlare senza voce.
2
Malinconiosa carne
Dove una volta pullulò la gioia,
Occhi socchiusi del risveglio stanco,
Tu vedi, anima troppo matura,
Quel che sarò, caduto nella terra?
È nei vivi la strada dei defunti,
Siamo noi la fiumana d’ombre,
Sono esse il grano che ci scoppia in sogno,
Loro è la lontananza che ci resta,
E loro è l’ombra che dà peso ai nomi.
La speranza d’un mucchio d’ombra
E null’altro è la nostra sorte?
E tu non saresti che un sogno, Dio?
Almeno un sogno, temerari,
Vogliamo ti somigli.
È parto della demenza più chiara.
Non trema in nuvole di rami
Come passeri di mattina
Al filo delle palpebre.
In noi sta e langue, piaga misteriosa.
3
La luce che ci punge
È un filo sempre più sottile.
Più non abbagli tu, se non uccidi?
Dammi questa gioia suprema.
4
L’uomo, monotono universo,
Crede allargarsi i beni
E dalle sue mani febbrili
Non escono senza fine che limiti.
Attaccato sul vuoto
Al suo filo di ragno,
Non teme e non seduce
Se non il proprio grido.
Ripara il logorio alzando tombe,
E per pensarti, Eterno,
Non ha che le bestemmie.
Giuseppe Ungaretti
De: «Sentimento del tempo» – 1933
Giuseppe Ungaretti nació el 10 de febrero de 1888, en Alejandría, Egipto.
La evolución artística de Ungaretti sigue un itinerario que recorre el el camino entre el paisaje y la humanidad, el de la revelación religiosa, el impacto del contacto con la poderosa naturaleza brasileña, el del dolor por la muerte de su hijo y el retorno a Roma en el momento en que estalla la Segunda Guerra Mundial.
A través de su desesperación, descubre la responsabilidad humana y lo frágil de sus ambiciones, y en medio del pesimismo con que contempla la trágica condición humana, encuentra un mensaje de esperanzador para el hombre.
Tras la publicación de una serie poética que publicó entre 1942 y 1961: “La vida de un hombre”, le convirtió junto a Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo, en uno de los fundadores y miembro destacado de la escuela hermética italiana.
Murió en Milán, el 2 de junio de 1970.
También de Giuseppe Ungaretti en este blog:
«Giuseppe Ungaretti: Caín»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Vigilia»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Condena»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Himno a la muerte»: AQU
«Giuseppe Ungaretti: La muerte meditada»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Calma, de Sentimiento del tiempo»: AQUÍ
«Giusseppe Ungaretti: Sin más peso»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Tierra»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: El ángel del pobre»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Vagabundo, de La alegría»: AQUÍ
«Giuseppe Ungaretti: Quietud»: AQUÍ
Bibliografía poética:
El puerto sepultado – 1916.
Alegría de náufragos – 1919.
Sentimiento del tiempo – 1933.
El dolor – 1947.
La tierra prometida – 1939.
Il Taccuino del Vecchio – 1960.
La vida de un hombre – 1977. (Poesía completa)
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