[…] La muerte se acercaba con un lirio en la mano,
suelta su cabellera de luz fría y delgada…
GC
Mi recuerdo al poeta vasco en el aniversario de su muerte.
«Rapto»
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
San Juan de la Cruz
Virgen sin ojos, luna abandonada,
témpano de desnudez a la luz de los astros;
a la luz quieta y cortante de la muerte,
traslúcido cuerpo aterido de espanto.
En el bosque oscuro de los hombres callados
yo velo, te espero con los brazos en cruz.
Un puño se cierra con la angustia en mi pecho
y siento que vives, que esta ausencia eres tú.
La noche es un mecanismo de manos que se enlazan
o manos que se acercan y no llegan a tocarse,
de manos que crispa la luna, electrizada
por la atención obsesionante de un círculo de estatuas.
¡ Oh virgen, virgen loca, virgen ciega,
virgen de la poesía que sólo ve hacia dentro,
misterioso delirio, te siento como un ansia
de agua viva en la raíz que la música conmueve !
Mide mi amor por la desesperación de que un hombre es capaz ;
mide mi nostalgia por la lentitud de las mareas de la angustia;
mídeme como yo mido esta espera
por la exasperación de la mano que resbala sobre un cuerpo desnudo.
Tendida entre los árboles monstruosos de la fiebre,
con relámpagos blancos, tiembla la carne muerta;
la luna delira hundida en una estatua
con los párpados bajos cubiertos de yedra.
El cielo es un círculo de gritos detenidos
que ilumina la súbita luz del espanto ;
el cielo es el vacío de un éxtasis redondo
girando alrededor de un culminante asombro.
Me seducen, me devoran los ojos de la locura,
bellos como el peligro, como el abismo,
como el resplandor de la maldición en el rostro de un niño,
bellos como el grito sin sentido que embriaga.
Yo acecho escondido entre plantas de carne,
entre hombres dormidos, y flota en tomo a ellos
un sueño denso y bajo cargado de inminencias,
todo un bosque poblado de deseos nocturnos.
Hay una respiración opaca y caliente jadeando,
un sordo soplo de potencia contenida:
silencio de acecho, silencio expectante
en el que laten vertiginosos los peligros.
Como el jaguar que tensa la curva de su salto
oculto en la noche que fosforece como un enorme ojo atento,
así te espero, ansío, corza blanca en lo oscuro,
así te acecho, virgen, en mi noche o misterio.
Te amo, te deseo con todos mis dientes y mis uñas;
te amo como un perro de vinagre sediento,
como el león, esa cólera seca
que, al rugir, se desgarra.
Mi espesura te oculta -¡ oh bella durmiente!─,
bella desconocida enamorada de la muerte.
Siento que respiras, siento
que una inmensa quietud me escucha en este bosque.
¡Oh clima de las altas fiebres exuberantes!
Marasmos y delirios de las aguas estancadas.
¡Oh el grito de la garza en el quieto sopor del mediodía!
¡Oh el silencio de la garza
en la noche de las alas lentas sobre los cañaverales!
¡Oh vértigos al fondo, y gritos a lo alto!
Sofocado latir, y hundirse, y levantarse,
y sentir que en mí duerme un ser desconocido,
que mi angustia es tan sólo su respirar ahogado.
¡Libertad en el grito, puerta grande del ansia
y en el vértigo mismo de un amor que devora!
Escucha siempre viva presencia misteriosa,
eres tú quien me duele con dientes apretados.
Eres tú lo que vive con alas cuando callo,
con manos impacientes cuando sufro;
eres tú, ser nocturno que siento
tan cerca que ya casi no sé quién soy yo mismo.
¡Tan cerca! Y. sin embargo, te niegas obstinado
y eres, sólo un anhelo escondido latiendo.
¡Oh noche sofocada, noche oscura y sin viento,
que apenas si un dolor vago ilumina!
Lucidez de la luna, lucidez de locura,
dije un día viéndote desnudo,
pero ahora te llamo porque me siento fuerte
para tu amor terrible y tu luz deslumbrante.
Gabriel Celaya
La soledad cerrada, 1937
Recogido en: Gabriel Celaya – Poesías completas
Ed. Visor Colección de Poesía 2004©
Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta1 nació en Hernani, Guipúzcoa, el 18 de marzo de 1911.
Fue uno de los más destacados representantes de la conocida como Poesía comprometida o Poesía social.
Entre 1927 y 1935 vivió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Federico García Lorca, entre otros intelectuales que lo llevaron al mundo de la literatura, decidiendo dedicarse a tiempo completo a la poesía.
Durante la Guerra Civil Española combatió en el bando republicano, siendo detenido y recluido en un campo de concentración en Palencia.
En 1946 fundó en San Sebastián, con su inseparable Amparo Gastón, la colección de poesía Norte, desde entonces abandonó su profesión de ingeniería y su trabajo en la empresa de su familia.
En la década de 1950 se integró en la estética del compromiso, muestra de ello son sus libros Lo demás es silencio, de 1952 y Cantos Iberos, de 1955, considerado como la verdadera biblia de la poesía social.
Junto a Eugenio de Nora y Blas de Otero, defendió la idea de una poesía no elitista: al servicio de las mayorías, para transformar el mundo»
En 1956 obtuvo el Premio de la Crítica por su libro De claro en claro.
Fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas por el Ministerio de Cultura en 1986.
Murió en Madrid, el 18 de abril de 1991.
También de Gabriel Celaya en este blog:
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«Gabriel Celaya: Momentos felices»: AQUÍ
«Gabriel Celaya: Despedida»: AQUÍ
«Gabriel Celaya: La estatua y la paloma»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Marea del silencio, 1935
La soledad cerrada, 1937
Movimientos elementales, 1947
Tranquilamente hablando, 1947 (firmado como Juan de Leceta)
Objetos poéticos, 1948
El principio sin fín, 1949
Se parece al amor, 1949
Las cosas como son, 1949
Deriva, Alicante, 1950
Las cartas boca arriba, 1951
Lo demás es silencio, 1952
Paz y concierto, 1953
Ciento volando (con Amparo Gastón), 1953
Vía muerta, 1954
Cantos iberos, 1955
Coser y cantar (con Amparo Gastón), 1955
De claro en claro, 1956
Entreacto, 1957
Las resistencias del diamante, 1957
Música celestial (con Amparo Gastón), 1958
Cantata en Aleixandre, 1959
El corazón en su sitio, 1959
Para vosotros dos, 1960
Poesía urgente, 1960
La buena vida, 1961
Los poemas de Juan de Leceta, 1961
Rapsodia eúskara, 1961
Episodios nacionales, 1962
Mazorcas, 1962
Versos de otoño, 1963
Dos cantatas, 1963
La linterna sorda, 1964
Baladas y decires vascos, 1965
Lo que faltaba, 1967
Poemas de Rafael Múgica, 1967
Los espejos transparentes, 1968
Canto en lo mío, 1968
Poesías completas, 1969
Operaciones poéticas, 1971
Campos semánticos, 1971
Dirección prohibida, 1973
Función de Uno, 1973
El derecho y el revés, 1973
La hija de Arbigorriya, 1975
Buenos días, buenas noches, 1978
Parte de guerra, 1977
Poesías completas (Tomo I-VI), 1977-80
Iberia sumergida, 1978
Poemas órficos, 1981
Penúltimos poemas, 1982
Cantos y mitos, 1984
Trilogía vasca, 1984
El mundo abierto, 1986
Orígenes – Hastapenak, 1990
Poesías completas, 2001-04
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