«Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!»
GAB
Un día como hoy se fue mi amado poeta, el que me ha acompañado durante toda mi vida, en su recuerdo:
«No digáis que agotado su tesoro…»
Rima IV
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad, siempre avanzando
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!
Gustavo Adolfo Becquer
De: El libro de los gorriones – Madrid, 17 de junio de 1868.
Recogido en Gustavo Adolfo Bécquer – Obras Completas.
Ed. Catedra 2004©
ISBN: 978-84-3762141-0
Gustavo Adolfo Becquer, nació en Sevilla, a escasos metros de la Plaza de San Lorenzo, el 17 de Febero de 1836. Fue bautizado como no podía ser de otra forma en su Parroquia, la de San Lorenzo, sede canónica del Gran Poder. Su padre era un conocido pintor costumbrista que murió cuando él tenía sólo cinco años; con nueve años de edad, quedó también huérfano de madre y fue acogido por su madrina de bautismo, hasta que a los 17 años, viajó a Madrid en busca de fortuna.
Vivir de la literatura, nunca fue fácil, por lo que se vio obligado a servir de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, donde su habilidad para el dibujo era admirada por sus compañeros, pero fue motivo de que fuera cesado al ser sorprendido por el Director haciendo dibujos de escenas de Shakespeare.
De este modo volvió Gustavo a vivir de sus artículos literarios que eran entonces de poca demanda por lo que alternó esta actividad con la elaboración de pinturas al fresco.
Tiempo después encontró una plaza en la redacción de «El Contemporáneo» y fue entonces que escribió la mayoría de sus leyendas y las «Cartas desde mi celda».
En 1862 llegó a vivir con su hermano Valeriano Becquer, célebre en Sevilla por su producción pictórica, pero no por eso más afortunado que Gustavo, y juntos vivieron al día, uno traduciendo novelas o escribiendo artículos y el otro dibujando y pintando a destajo; mucho les costó a los hermanos salir adelante de su infortunio y con el tiempo lograron juntos una modesta estabilidad que les permitía a uno retratar por obsequio y al otro escribir una oda por entusiasmo.
En septiembre de 1870 murió Valeriano, duro golpe para Gustavo, que pronto enfermó, sin ningún síntoma preciso, de pulmonía que se convirtió luego en hepatitis para tornarse en una pericarditis que pronto había terminar su vida, el 22 de diciembre de ese mismo año.
También de Gustavo Adolfo Becquer en este blog:
«Gustavo Adolfo Becquer: En la imponente nave…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Bécquer: Olas gigantes que os rompéis bramando»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: ¿De donde vengo»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Cuando entre la sombra oscura…»: AQUÍ
Gustavo Adolfo Becquer: Cerraron sus ojos…
«Gustavo Adolfo Becquer: Sacudimiento extraño…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: La ajorca de oro»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Si al mecer las azules campanillas»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Rima LXVI ¿De donde vengo?»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Bécquer: En la clave del arco ruinoso»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Cerraron sus ojos…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Es un sueño la vida…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: De lo poco de vida que me resta…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Cuántas veces, al pie de las musgosas paredes…»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: El Rayo de Luna»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Maese Perez el Organista»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: La Venta de los Gatos»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: Como en un libro abierto…»:AQUÍ
«Gustavo A. Becquer: El monte de las ánimas»: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Becquer: El amor que pasa: AQUÍ
«Gustavo Adolfo Bécquer: Rimas IV – VII XIV – LII – LXX y LXXVIII»: AQUÍ
«Sevilla: La glorieta de Becquer en el Parque de María Luisa»: AQUÍ
«Sevilla: también llueve en la Glorieta de Becquer»: AQUÍ
«Homenaje a Gustavo Adolfo Becquer en el Parque de María Luisa: 14 de Febrero»: AQUÍ
Obra:
Rimas: fueron recogidas por sus amigos, tras el incendio de la casa donde éstas se guardaban, en ellas se ve como el poeta va pasando por el proceso creador, el amor esperanzado, el desengaño y el dolor o la muerte, 1868.
Historia de los templos de España – 1857.
Cartas literarias a una mujer, 1860-1861.
Cartas desde mi celda – 1864.
Libro de los gorriones – 1868.
Leyendas:
El caudillo de las manos rojas, 1858.
La vuelta del combate, 1858.
La cruz del diablo, 1860.
La ajorca de oro, 1861.
El monte de las ánimas, 1861.
Los ojos verdes, 1861.
Maese Pérez, el organista, 1861.
Creed en Dios, 1862.
El rayo de luna, 1862.
El Miserere, 1862.
Tres fechas, 1862.
El Cristo de la calavera, 1862.
El gnomo, 1863.
La cueva de la mora, 1863.
La promesa, 1863.
La corza blanca, 1863.
El beso, 1863.
La Rosa de Pasión, 1864.
La creación, 1861.
¡Es raro!, 1861.
El aderezo de las esmeraldas, 1862.
La venta de los gatos, 1862.
Apólogo, 1863.
Un boceto del natural, 1864.
Un lance pesado.
Memorias de un pavo, 1865.
Las hojas secas.
Historia de una mariposa y una araña.
La mujer de piedra, inacabada.
Amores prohibidos.
El rey Alberto.
Teatro:
La novia y el pantalón
La venta encantada
Las distracciones
La cruz del valle
Tal para cual
Artículos:
Crítica literaria
El maestro Herold
La soledad
El Carnaval
La Nena
Las perlas
La mujer a la moda
La pereza
La ridiculez
Caso de ablativo
El grillito cantor
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