«… Lejos aún está la madrugada
Con su insomnio tenaz, o su visita…»
LC
«Las islas»
Recuerdo que tocamos puerto tras larga travesía,
Y dejando el navío y el muelle, por callejas
(Entre el polvo mezclados pétalos y escamas),
Llegué a la plaza, donde estaban los bazares.
Era grande el calor, la sombra poca.
Con el pecho desnudo iba, distraído
Como si familiares fuesen la villa y sus costumbres,
Y miré en un portal al mercader de sedas
Que desplegaba una, color de aurora, fría a los ojos,
Sintiendo sin tocarla la suavidad escurridiza.
Ante un ciego cantor estuve largo espacio,
Único espectador, y parecía cantar para mí solo.
Compré luego a una niña un ramo de jazmines
Amarillentos, pero en su olor ajado tuvo alivio
La dejadez extraña que empezaba a aquejarme.
Desanudada la faja en la cintura,
Unos muchachos que pasaban, reían,
Volviendo la cabeza. Acaso me creyeron
Ebrio. Los ojos de uno de ellos eran
Como la noche, profundos y estrellados.
La humedad de la piel pronto se disipaba
Por el aire ardoroso, a cuyo influjo
Mi pereza crecía. Me detuve indeciso,
Acariciando el cuerpo, sintiendo su tibieza
Lisa, como si acariciara un cuerpo ajeno.
Seguí, por parajes nunca vistos,
Mas presentidos, igual a quien camina
Hacia cita amistosa. Deponía la tarde
Su fuerza, cuando al fin quise
Buscar reposo ante un umbral cerrado.
Era un barrio tranquilo. Mis párpados pesaban
(Acaso dormí mucho), y al abrirlos de nuevo
Ya el sol estaba bajo en el muro de enfrente.
Una presencia ajena pareció despertarme,
Porque al volver la cara vi una mujer, y sonreía.
Como si de mi anhelo fuese proyección, respuesta
Ante demanda informulada, me miraba, insegura;
Aunque yo nada dije, con gesto silencioso,
Invitándome adentro, me tomó de la mano.
La seguí, con recelo más débil que el deseo.
La sala estaba oscura (ya caía la tarde).
Sobre la estera había almohadas, un cestillo
Anidando manojos de magnolias mojadas,
De excesiva fragancia. filtró la celosía
Unas palabras de la calle: «Le encontraron muerto».
Las pensé referidas a un camarada,
Quizá presagio de mi sino. Pero ella,
Atrayéndome a sí, sobre la alfombra
El ropaje tiró, como cuchillo sin la vaina,
Fría, dura, flexible, escurridiza.
Mis manos en sus pechos, su cintura
Quebrarse pareció al extenderme sobre ella,
Y en el silencio circundante, al ritmo
De los cuerpos, oí su brazalete,
Queja del ave fabulosa que escapaba.
La oscuridad llenó la sala toda
Cuando saciado y satisfecho quise irme.
En la puerta (ella como mi sombra me seguía),
Al cruzar su dintel, sentí que entre mis dedos
Quedaba el brazalete, ahora inerte y mudo.
Mucho tiempo ha pasado. No aceptara
Revivir otra vez esta existencia.
Mas no sé qué daría por sólo aquel instante
Revivirlo. Bien sé que apenas tengo con qué tiente
Al destino, ni el destino tentarse dejaría.
Cuando el recuerdo así vuelve sobre sus huellas
(¿No es el recuerdo la impotencia del deseo?).
Es que a él, como a mí, la vejez vence;
Y acaso ya no tengo lo único que tuve:
Deseo, a quien rendida la ocasión le sigue.
Luis Cernuda
De: «La realidad y el deseo» – IX – «Vivir sin estar viviendo», 1944-1949
Recogido en su «Poesía completa» – Volumen I
Ed.Siruela 1993©
ISBN: 978-84-7844-185-5 (Del volumen I)
Luis Cernuda Bidón nació en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902.
Aún Sevilla, su tierra natal no le ha hecho justicia.
Fue sin duda uno de los más grandes poetas de la Generación del 27′, tantos años olvidado, o peor, ignorado por muchos. Mas no en el corazón y en la memoria de los que amamos su poesía.
El día 14 de abril de 1938, Cernuda abandonó España para siempre, cedamos la voz al poeta:
«Atrás quedaba tu tierra sangrante y en ruinas. La última estación al otro lado de la frontera, donde te separaste de ella, era sólo un esqueleto de metal retorcido, sin cristales, sin muros un esqueleto desenterrado al que la luz postrera del día abandonaba.
¿Que puede el hombre contra la locura de todos? Y sin volver los ojos ni presentir el futuro, saliste al mundo extraño desde tu tierra en secreto ya extraña.” (LC)
Junto a esas pertenencias, lleva como bien más preciado el manuscrito de varios poemas que serían el germen de uno de sus más grandes libros, “Las nubes”, «Noche de Luna», “A un poeta muerto” (FGL), “Elegía Española” (I), “Scherzo para un elfo”, “Soñando la muerte”, “Sentimiento de otoño”, “A Larra con unas violetas” (1837-1937) y “Lamento y esperanza”. Son poemas que formarían parte del libro en el que se incluyen textos tan desolados como “Un español habla de su tierra”.
Murió tras sufrir un infarto de miocardio, en su exilio de México, DF, el día 5 de noviembre de 1963.
También de Luis Cernuda en este blog:
«Luis Cernuda: Del otro lado»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Desolación de la quimera»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Hacia la tierra»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Pájaros en la mano, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: De qué país»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Despedida»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Díptico español»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Los fantasmas del deseo»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Del otro lado»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Mitad de la vida»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Unos cuerpos son como flores»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La riada, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La casa, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Donde habite el olvido»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Si el hombre pudiera decir lo que ama…»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A sus paisanos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: No es nada»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Un español habla de su tierra»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A un poeta muerto (FGL)»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Un muchacho andaluz»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Impresión de destierro»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Noche de luna, de Las nubes»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Pregones, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La casa, de Ocnos: AQUÍ
«Luis Cernuda: Las tiendas, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La Universidad, en Ocnos»
Luis Cernuda: El mirlo, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: El vicio, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Escrito en el agua, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La Poesía, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La ciudad a distancia, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Atardecer, en Ocnos»: AQUÍ
«Sevilla, los Jardines de Murillo, la primavera y Luis Cernuda: El Vicio, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda, Sevilla y el azahar: Luna llena en Semana Santa»: AQUÍ
«Sevilla, el Alcázar en invierno y Cernuda: Escondido en los muros»: AQUÍ
«Sevilla, Luis Cernuda: El otoño, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda «Ocnos su Sevilla – El magnolio»:AQUÍ
«Luis Cernuda: La Poesía»: AQUÍ
«Luis Cernuda – El viento y el alma»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Tarde oscura, de Como quien espera el alba»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Peregrino, de La Realidad y el Deseo»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Déjame esta voz»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Lamento y esperanza»: AQUÍ
«Luis Cernuda: No decía palabras»: AQUÍ
«Luis Cernuda – Contigo – A donde el corazón te lleve»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A un poeta muerto (FGL)»: AQUÍ
«Luis Cernuda… Como llenarte, soledad»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Elegía anticipada»: AQUÍ
Bibliografía:
Perfil del aire – 1927
Égloga, elegía, oda – 1927-28
Los placeres prohibidos, – 1929-1931
Donde habite el olvido – 1934
Las nubes – 1940 – 1943
Ocnos – 1942 1.ª ed. (Ampliada en 1949 y 1963)
Como quien espera el alba – 1947
Vivir sin estar viviendo – 1944–1949
Variaciones sobre tema mexicano – 1952
Con las horas contadas, de 1950–1956
Poemas para un cuerpo – 1957
Desolación de la Quimera – 1962.
Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 – 1964 (En este estudio, Cernuda reivindica a Ramón de Campoamor, manifiesta su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la poesía de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén.
Luis Cernuda – Poesía completa. Obras completas, Volumen I. Ediciones Siruela.1993.
Luis Cernuda, Antología – Cátedra, 1984.
Luis Cernuda, Intermedio, (antología) – Pre-Textos, 2004.
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