«…El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?…»
LC
«Pregones»
Eran tres pregones.
Uno cuando llegaba la primavera, alta ya la tarde, abiertos los balcones, hacia los cuales la brisa traía un aroma áspero, duro y agudo, que casi cosquilleaba la nariz. Pasaban gentes: mujeres vestidas de telas ligeras y claras; hombres, unos con traje de negra alpaca o hilo amarillo, y otros con chaqueta de dril desteñido y al brazo el canastillo, ya vacío, del almuerzo, de vuelta al trabajo. Entonces, unas calles más allá, se alzaba el grito de “¡Claveles! ¡Claveles!”, grito un poco velado, a cuyo son aquel aroma áspero, aquel mismo aroma duro y agudo que trajo la brisa al abrirse los balcones, se identificaba y fundía con el aroma del clavel. Disuelto en el aire había flotado anónimo, bañando la tarde, hasta que el pregón lo delató dándole voz y sonido, clavándolo en el pecho bien hondo, como una puñalada cuya cicatriz el tiempo no podrá borrar.
El segundo pregón era al mediodía, en el verano. La vela estaba echada sobre el patio, manteniendo la casa en fresca penumbra. La puerta entornada de la calle apenas dejaba penetrar en el zaguán un eco de luz. Sonaba el agua de la fuente adormecida bajo su sombra de hojas verdes. Qué grato en la dejadez del mediodía estival, en la somnolencia del ambiente, balancearse sobre la mecedora de rejilla. Todo era ligero, flotante; el mundo, como una pompa de jabón giraba frágil, irisado, irreal. Y de pronto, tras de las puertas, desde la calle llena de sol, venía dejoso, tal la queja que arranca el goce, el grito de “¡Los pejerreyes!” Lo mismo que un vago despertar en medio de la noche, traía consigo la conciencia justa para que sintiéramos tan solo la calma y el silencio en torno, adormeciéndonos de nuevo. Había en aquel grito un fulgor súbito de luz escarlata y dorada, como el relámpago que cruza la penumbra de un acuario, que recorría la piel con repentino escalofrío. El mundo, tras de detenerse un momento, seguía luego girando suavemente, girando.
El tercer pregón era al anochecer, en otoño. El farolero había pasado ya, con su largo garfio al hombro, en cuyo extremo se agitaba como un alma la llama azulada, encendiendo los faroles de la calle. A la luz lívida del gas brillaban las piedras mojadas por las primeras lluvias. Un balcón aquí, una puerta allá, comenzaban a iluminarse por la acera de enfrente, tan próxima en la estrecha calle. Luego se oía correr las persianas, correr los postigos. Tras el visillo del balcón, la frente apoyada al frío cristal, miraba el niño la calle un momento, esperando. Entonces surgía la voz del vendedor viejo, llenando el anochecer con su pregón ronco de “¡Alhucema fresca!”, en el cual las vocales se cerraban, como el grito ululante de un búho. Se le adivinaba más que se le veía, tirando de una pierna a rastras, nebulosa y aborrascada la cara bajo el ala del sombrero caído sobre él como teja, que iba, con su saco de alhucema al hombro, a cerrar el ciclo del año y de la vida.
Era el primer pregón la voz, la voz pura; el segundo el canto, la melodía; el tercero el recuerdo y el eco, la voz y la melodía ya desvanecidas.
Luis Cernuda
De: «Ocnos», 1942
Recogido en: Luis Cernuda – Poesía Completa- Volumen I
Ed. Siruela 1993.
ISBN: 84-7844-185-5 (Del volumen I)
Luis Cernuda Bidón nació en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902.
Aún Sevilla, su tierra natal no le ha hecho justicia.
Fue sin duda uno de los más grandes poetas de la Generación del 27, tantos años olvidado, o peor, ignorado por muchos. Mas no en el corazón y en la memoria de los que amamos su poesía.
Antonio Rivero Taravillo, en su biografía del poeta, acaba la primera parte de ellas contando como “el día 14 de abril de 1938, Cernuda abandona España para siempre, cedamos la voz al poeta:
Atrás quedaba tu tierra sangrante y en ruinas. La última estación al otro lado de la frontera, donde te separaste de ella, era sólo un esqueleto de metal retorcido, sin cristales, sin muros un esqueleto desenterrado al que la luz postrera del día abandonaba.
¿Que puede el hombre contra la locura de todos? Y sin volver los ojos ni presentir el futuro, saliste al mundo extraño desde tu tierra en secreto ya extraña.” (LC)
Junto a esas pertenencias, lleva como bien más preciado el manuscrito de varios poemas que serían el germen de uno de sus más grandes libros, “Las nubes”, “Noche de Luna“, “A un poeta muerto” (FGL), “Elegía Española” (I), “Scherzo para un elfo”, “Soñando la muerte”, “Sentimiento de otoño”, “A Larra con unas violetas” (1837-1937) y “Lamento y esperanza”. Son poemas que formarían parte del libro en el que se incluyen textos tan desolados como “Un español habla de su tierra”.
Murió en el exilio, en México, D.F, el día 5 de noviembre de 1963.
También de Luis Cernuda en este blog:
«Luis Cernuda: La primavera»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Un español habla de su tierra»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Linterna roja»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Donde habite el olvido»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Desolación de la quimera»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Hacia la tierra»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Pájaros en la mano, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Tristeza del recuerdo»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Las islas»: AQUÍ
«Luis Cernuda: ¿Son todos felices?»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Vientres sentados»: AQUÍ
«Luis Cernuda: De qué país»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Despedida»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Díptico español»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Los fantasmas del deseo»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Del otro lado»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Mitad de la vida»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Unos cuerpos son como flores»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La riada, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La casa, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Si el hombre pudiera decir lo que ama…»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A sus paisanos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: No es nada»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A un poeta muerto (FGL)»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Un muchacho andaluz»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Impresión de destierro»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Noche de luna, de Las nubes»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Pregones, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La casa, de Ocnos: AQUÍ
«Luis Cernuda: Las tiendas, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La Universidad, en Ocnos»
Luis Cernuda: El mirlo, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: El vicio, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Escrito en el agua, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La Poesía, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: La ciudad a distancia, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Atardecer, en Ocnos»: AQUÍ
«Sevilla, los Jardines de Murillo, la primavera y Luis Cernuda: El Vicio, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda, Sevilla y el azahar: Luna llena en Semana Santa»: AQUÍ
«Sevilla, el Alcázar en invierno y Cernuda: Escondido en los muros»: AQUÍ
«Sevilla, Luis Cernuda: El otoño, de Ocnos»: AQUÍ
«Luis Cernuda «Ocnos su Sevilla – El magnolio»:AQUÍ
«Luis Cernuda: La Poesía»: AQUÍ
«Luis Cernuda – El viento y el alma»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Tarde oscura, de Como quien espera el alba»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Peregrino, de La Realidad y el Deseo»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Déjame esta voz»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Lamento y esperanza»: AQUÍ
«Luis Cernuda: No decía palabras»: AQUÍ
«Luis Cernuda – Contigo – A donde el corazón te lleve»: AQUÍ
«Luis Cernuda: A un poeta muerto (FGL)»: AQUÍ
«Luis Cernuda… Como llenarte, soledad»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Elegía anticipada»: AQUÍ
«Luis Cernuda: Lectura de su poesía hoy en Sevilla»: AQUÍ
Bibliografía:
Perfil del aire – 1927
Égloga, elegía, oda – 1927-28
Los placeres prohibidos, – 1929-1931
Donde habite el olvido – 1934
Las nubes – 1940 – 1943
Ocnos – 1942 1.ª ed. (Ampliada en 1949 y 1963)
Como quien espera el alba – 1947
Vivir sin estar viviendo – 1944–1949
Variaciones sobre tema mexicano – 1952
Con las horas contadas, de 1950–1956
Poemas para un cuerpo – 1957
Desolación de la Quimera – 1962.
Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 – 1964 (En este estudio, Cernuda reivindica a Ramón de Campoamor, manifiesta su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la poesía de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén.
Luis Cernuda – Poesía completa. Obras completas, Volumen I. Ediciones Siruela.1993.
Luis Cernuda, Antología – Cátedra, 1984.
Luis Cernuda, Intermedio, (antología) – Pre-Textos, 2004.
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[…] del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS). Su biografía sobre Luis Cernuda obtuvo el XX Premio Comillas, concedido por la editorial Tusquets. En 2011 recibió el Premio de la […]
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[…] Reyes, y Benjamín Prado. Tiene entre otros Premios: Premio Rey Juan Carlos I de poesía. Premio Luis Cernuda. Premio Nacional de la Crítica de poesía […]
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