«Luz…
Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos
ya no será llorar,
sino ver.»
«¡Qué lástima!»
¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque…, ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo…
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca…
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca…
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana…
¡Y la muerte también pasa!
¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa…
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!
León Felipe
De: Versos y oraciones del caminante – III – 1920-1930.
Recogido en: León Felipe – Poesías completas
Ed. Visor Libros 2004©
ISBN: 978-84-9895-766-2
Felipe Camino Galicia de la Rosa nació el 11 de abril, de 1884, en Tábara, Zamora.
Poeta de la Generación del 27′, escribió además algunas obras de teatro, y es conocido a nivel mundial por haber sido traductor de la obra de Walt Withman.
Tras permanecer varios años residiendo y trabajando en México y Estados Unidos, volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, en la que vivió como militante republicano hasta 1938, año en que se exilió definitivamente a México, pasando a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio, única reconocida entonces por el Gobierno de Cárdenas.
De su estancia en el país hispano, diría. Llegué a México (por primera vez) montado en la cola de la revolución. Corría el año de 1923. Después, aquí he vivido por muchos años: Aquí he gritado, he sufrido, he protestado, he blasfemado, me he llenado de asombro…
Son muchos lo que creen que León Felipe debe ser reivindicado como un poeta mayor, superando las dificultades que en vida le acarrearon su independencia de todas las corrientes literarias de su tiempo y su condición de exiliado.
Murió en Ciudad de México, el 18 de septiembre de 1968.
También de León Felipe en este blog:
«León Felipe: Cara o cruz, águila o sol»: AQUÍ
«León Felipe: Regad la sombra»: AQUÍ
«León Felipe: Que venga el poeta»: AQUÍ
«León Felipe: Estamos en el hambre»: AQUÍ
«León Felipe: Eh muerte, escucha»: AQUÍ
«León Felipe: Piedra de sal»: AQUÍ
«León Felipe: Diálogo perdido»: AQUÍ
«León Felipe: La rosa de harina»: AQUÍ
«León Felipe: Qué día tan largo»: AQUÍ
«León Felipe: Allí no hay nadie ya»: AQUÍ
«León Felipe: Auschwitz»: AQUÍ
«León Felipe: El infierno»: AQUÍ
«León Felipe: Lavanderas… Tintoreros»: AQUÍ
«León Felipe: Decidlo vosotros»: AQUÍ
«León Felipe: Noche cerrada»: AQUÍ
«Leon Felipe: Me voy porque la tierra y el pan y la luz ya no son míos»: AQUÍ
«León Felipe: Deshaced ese verso…»: AQUÍ
«León Felipe: Éstas son mis llaves»: AQUÍ
«León Felipe: Hay dos Españas»: AQUÍ
«León Felipe: Las ratas»: AQUÍ
«León Felipe: La palabra»: AQUÍ
«León Felipe: Perdón, de El zurrón de las piedras»: AQUÍ
«León Felipe: Yo soy el gran blasfemo»: AQUÍ
«León Felipe: Estamos en el llanto»: AQUÍ
«León Felipe: La poesía llega… ahí está»: AQUÍ
«León Felipe: No he venido a cantar»: AQUÍ
«León Felipe: Un signo… ¡Quiero un signo!»: AQUÍ
«León Felipe: Qué lástima: AQUÍ
«León Felipe – Como tu – Elegia»: AQUÍ
«León Felipe: Romero solo»: AQUÍ
«León Felipe: El llanto es nuestro»: AQUÍ
«León Felipe: El hacha, Elegía española»: AQUÍ
Bibliografía poética:
Versos y oraciones de caminante (1920 y 1929).
Drop a Star (1933).
La insignia (1936).
El payaso de las bofetadas y el Pescador de caña: poema trágico español (1938).
Español del éxodo y del llanto (1939).
El gran responsable (1940).
El poeta prometeico (1942).
Ganarás la luz (1943).
Parábola y poesía (1944).
Llamadme publicano (1950). publicadas bajo este título por imposición del editor (Almendros y Cia. Editores, S.A., México) ya que el autor lo había titulado «Versos y Blasfemias del caminante».
El ciervo (1954).
¿Qué se hizo del rey don Juan? (1962).
Rocinante(1967).
Israel Discurso poemático pronunciado el 31 de julio de 1967 y publicado posteriormente en 1970 Finisterre, México D. F.
¡Oh, este viejo y roto violín! (1968).
Como tú… (1962).
León Felipe – Poesías Completas (2010)
Traducción:
Traducción de Canto a mi mismo, de Walt Whitman (1941).
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Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: “Luz… Cuando mis lágrimas te alcancen la función de mis ojos ya no será llorar, sino ver.” Hace un momento mi querida amiga Marta Lopez Vilar me decía en un comentario al anterior poema que he traído a este blog pa……
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